Suh García

Cuando cae la noche su traje te terciopelo se eriza en puros pelos y sus garras se hacen curvas mugrientas y afiladas con sed de sangre, su mirada se retuerce hacia la luna y su espalda se joroba ante el imponente satélite, mira como busca su refugio de miedo y como sacia sus impulsos con casa tronco a su paso, es bestia de la noche, dama del día, plebeya de la luna y huésped de la furia.

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En ella se enredan sus sentidos y camina en círculos su alegría, perdida y divagaste festeja signos de su vital agonía encierra en sus ojos un vació interesante de un color imposible y atrayente para ser veneno del que desea desojar sus pétalos de percal inocente. Observo como lleva su roja enredadera de hilos gruesos y atrapantes en su larga cabellera y así soy testigo de que encarna del rojo fuego que caldea en el mas remoto sitio de dragones, brujas y cuevas, sigo tras sus pasos y sus zafiros ojos me penetran entontando mis sentires en el denso bosque en el cual se adentra.

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Es casi como decir adiós, es un golpe turbio e inocente con palabras cortas y pesadas "ya no te amo" que dolor para aquel que las oye musitadas de unos labios que hasta hace un día eran suyos y le correspondían a la par de caricias asesinas, compañeras de un amor envenenado y amantes del continuo golpe lastimero que sufre el único del dúo que ama. ahora se hace media noche y llega a la sala de emergencias un joven pálido, casi muerto y con el alma enterrada. Choques eléctricos lo presionan en el pecho; pecho que fue tibio abrigo de llantos y consuelos. Y en la tercera de 9 conteos unos ojos amoratados cobran vida y de nuevo se dilatan dejando caer entre lagrimales una gota cristalina. Diagnostico seguro de un par de radiografías revelan entre asombros lo causante de la muerte: un corazon en dos pedazos impresos a cada lado iniciales que algún día fueran perfectas. iniciales perdidas por tanto amor al veneno.